Nos hospedamos en un hotel en Kioto que está excelentemente comunicado con la estación central de Tokio, a solo una parada en tren local con una frecuencia de 15 minutos. También hay varias líneas de autobuses que te dejan bastante cerca del hotel. Sin embargo, la zona se vuelve un poco oscura por la noche y no tiene muchos restaurantes o bares, lo que la hace parecer un poco desangelada.
Optamos por una habitación con dos camas, ya que en Japón las habitaciones estándar suelen ser bastante pequeñas y las de dos camas son más amplias. Las camas eran muy cómodas y el baño adecuado, con ducha y bañera. Como es típico en los hoteles japoneses, había pijamas, zapatillas y muchos amenities en el baño, además de botellas de agua de cortesía todos los días.
El hotel es moderno y tiene un concepto de armario abierto, lo cual puede ser un inconveniente si llevas mucho equipaje, como fue nuestro caso en un viaje de 15 días, ya que no podíamos deshacer completamente las maletas. El desayuno fue excelente, con una gran variedad tanto de opciones japonesas como continentales.
Lo que menos nos gustó fue la presencia de muchos niños en el hotel, lo que hacía un poco caótico el momento del desayuno.